martes, julio 12, 2011

El español que logró manejar la mente a control remoto

En la década de 1960, el español José Manuel Rodríguez Delgado, profesor de Fisiología en la Universidad de Yale, fue uno de los neurocientíficos más polémicos y aclamados del mundo. Mientras ell New York Times lo llamó: "Profeta de la nueva civilización", muchos de sus colegas se entusiasmaron con sus investigaciones, sin embargo, otros tantos científicos y parte de la sociedad cuestionaban su trabajo, del cual decían, podía traer consecuencias "aterradoras".
José Delgado (nombre con el que se hizo famoso) logró estimular a distancia el cerebro de gatos, chimpancés, toros y hasta seres humanos, y demostró que podía controlar la mente y el cuerpo de estos sujetos, tan sólo pulsando un botón. Aquí su historia.

José M. Rodríguez Delgado, A.k.a. José Delgado

Nació en 1915 en Ronda, España, y se graduó de médico en la Universidad de Madrid en la década de 1930. Aunque siempre corrió el rumor de que era afecto al régimen franquista, en realidad, cuando aún era estudiante de medicina, sirvió en el cuerpo médico del Bando Republicano (que se opuso a Franco durante la Guerra Civil). De hecho, después de la victoria de Franco, estuvo retenido en un campo de concentración durante cinco meses, antes de reanudar sus estudios.

En un inicio, su intención era convertirse en Oftalmólogo como su padre, sin embargo, los apuntes del gran Santiago Ramón y Cajal lo dejaron fascinado e inclinaron a estudiar los misterios del cerebro. Delgado quedó especialmente intrigado con los experimentos del fisiólogo suizo Walter Rudolf Hess, quien ya en la década de 1920 había demostrado que podía provocar diversos comportamientos como la ira, hambre y sueño en gatos de laboratorio, mediante la estimulación eléctrica en diferentes puntos de sus cerebros.

Gato recibiendo electro estímulos en el cerebro

En 1946, Delgado ganó una beca de un año en la Universidad de Yale. Luego, en 1950 aceptó un puesto en el departamento de Fisiología, en ese entonces dirigido por John Fulton, que jugó un papel crucial en la historia de la Psiquiatría como el padre de las lobotomías.

Hagamos un poco de historia: «En una conferencia en 1935 en Londres, John Fulton había comentado que un violento y "neurótico" chimpancé llamado Becky, se había convertido en un animal pacífico después de la destrucción quirúrgica de sus lóbulos pre frontales. Entre la audiencia se encontraba el psiquiatra portugués Egas Moniz, quien con el tiempo se haría famoso aplicando esta técnica - a la que llamó lobotomía - a sus pacientes psicóticos y hasta llegó a ganar el Nobel de Medicina en 1949. Este tratamiento se fue haciendo cada vez más popular para las enfermedades mentales».

Pues bien, el español José Delgado nunca estuvo de acuerdo con la lobotomía. Siempre pensó que era una "agresión innecesaria al cerebro", el método le parecía demasiado dañino e irreversible. Su estilo para tratar las enfermedades mentales sería mucho más "conservador" y novedoso, sería mediante la estimulación eléctrica por medio de electrodos implantados en el cerebro.

Figura 1

Durante las siguientes dos décadas el español implantó sus electrodos en unos 25 seres humanos, la mayoría de ellos esquizofrénicos y epilépticos, en un hospital mental que ya no existe en Rhode Island. Lo hizo sólo con pacientes gravemente enfermos, cuyos trastornos habían resistido a todos los tratamientos previos.

Una de las claves para el éxito científico de Delgado fue su habilidad como inventor. En sus primeros experimentos usaba un cableado que se conectaba a los electrodos implantados a través del cráneo, para registrar los datos en un dispositivo que recibía los pulsos eléctricos. Este sistema de cables restringía los movimientos de los sujetos, aparte de que podía provocar infecciones (ver figura 1). Esto lo llevó a diseñar un radioreceptor de estímulos tan pequeño como una moneda de 50 ctvs. al que llamó "stimoceiver", el cual podía implantarse fácilmente en el cerebro de un paciente y manejarse a control remoto. (Ver figura 2)

Figura 2

José Delgado era un genio buscando soluciones. Entre sus inventos está una versión temprana de los marcapasos cardíacos y cápsulas químicas implantables, que podían liberar cantidades precisas de medicamentos directamente en áreas específicas del cerebro.

Con sus experimentos demostró que la estimulación de la corteza motora podía provocar reacciones físicas, tales como el movimiento de las extremidades, en cambio, estimulando las diferentes regiones del sistema límbico, el que regula las emociones, también podía inducir el miedo, la ira, la lujuria, la hilaridad y otras reacciones, algunos de ellas sorprendentes por su intensidad.
En un experimento, Delgado y dos colaboradores de Harvard, estimularon el lóbulo temporal de una mujer epiléptica de 21 años mientras ella tocaba tranquilamente una guitarra; como respuesta, ella montó en cólera y estrelló su guitarra contra la pared, muy cerca de la cabeza de un investigador.

José Delgado con pacientes que tenían el "stimoceiver" en el cerebro

Quizás el resultado médico más prometedor, fue la estimulación de una región límbica denominada "tabique" que podía desencadenar euforia, lo suficientemente fuerte, que en algunos casos contrarrestaba la depresión e incluso el dolor físico.
Sin embargo, Delgado no quiso prolongar su investigación en los seres humanos, debido a que los beneficios terapéuticos de los implantes no eran fiables; los resultados variaban mucho de un paciente a otro y eran impredecibles, incluso en pacientes con el mismo trastorno.
De esta forma se alejó de sus pacientes tratados, y se negó a volver a implantarles el stimoceiver, a pesar de que los familiares le rogaban que vuelva a tratarlos.


Delgado se dedicó a investigar más ampliamente en monos y otros animales, centrándose en las regiones neuronales que activan e inhiben la agresión. En una demostración sobre los efectos de la estimulación en la jerarquía social, implantó un stimoceiver en un violento macaco.
A continuación, instaló una palanca en la jaula que, cuando se pulsaba, pacificaba al violento simio al hacer que el stimoceiver estimulara el núcleo caudado del mono, una región del cerebro involucrada en el control de los movimientos voluntarios.
Una hembra en la jaula pronto descubrió el poder de la palanca y tiraba de ella cada vez que el chango la amenazaba.

Experimento del macaco y la palanca

El experimento más famoso de Delgado, tuvo lugar en 1963 con un toro de lidia en un rancho en Córdoba, España. Después de insertar el stimoceiver en el cerebro del animal, entró con él al ruedo y, pulsando los botones de un transmisor de mano, logró controlar las acciones del furioso semoviente, obligándolo a detener su ataque a pocos metros de distancia de él, mediante la estimulación de su núcleo caudado. El experimento quedó registrado en fotografías y en video.


En la tercera imagen podemos ver como el toro "frena a raya" en su ataque

El New York Times publicó en su portada un artículo alabando el experimento, al que calificó como "la más espectacular demostración de la historia realizada sobre el comportamiento animal, a través de control externo del cerebro”.

En términos de importancia científica, Delgado creía que su experimento en una chimpancé hembra llamada Paddy, merecía más atención. Delgado programó el receptor de Paddy para detectar señales emitidas espontáneamente por la amígdala cerebral, a las que llamó ejes. Cada vez que el receptor detectaba un eje, estimulaba la región central gris del cerebro de Paddy, produciendo una "reacción adversa", como una sensación indolora y desagradable.
Después de dos horas de esta retroalimentación negativa, la amígdala Paddy produjo el 50% menos de ejes, y la frecuencia se redujo en un 99% dentro de los seis días. Se había logrado modificar su comportamiento natural.

A la izquierda, la chimpancé Paddy

Paddy se volvió "más tranquila, menos atenta y menos motivada durante las pruebas de comportamiento", escribió Delgado. Poco después, llegó a sugerir que esta "técnica automática de aprendizaje" podría ser usada para acabar con los ataques epilépticos, ataques de pánico u otros trastornos caracterizados por señales específicas del cerebro.

La investigación de Delgado fue apoyada no sólo por las agencias civiles, sino también por los militares, como la ONR (Oficina de Investigación Naval), es más, fue acusado de colaborar con la CIA, pero él siempre desmintió esa acusación.
Delgado, quien decía ser un pacifista, llegó a declarar que aunque el Pentágono veía y seguía su trabajo como investigación científica, nunca le pidieron que hiciera aplicaciones militares. De hecho, siempre desestimó las especulaciones de que sus implantes podrían crear soldados cyborg que maten siguiendo órdenes. La estimulación cerebral -decia- "puede aumentar o disminuir el comportamiento agresivo, pero no puede dirigir el comportamiento agresivo hacia un objetivo específico."
Explicando las limitaciones de la estimulación cerebral, Delgado siempre restó importancia a "una posibilidad orwelliana" en la que malvados científicos puedieran esclavizar personas mediante la implantación de electrodos en sus cerebros.

Stimoceiver ampliado

Las dos partes de un stimoceiver de tres canales. Este aparato no necesita baterías, es activado por radio, y el cerebro puede ser estimulado de forma indefinida. Muchos chimpancés lo tuvieron instalado de por vida.


Tamaño del stimoceiver

En 1970, el trabajo de Delgado se vio envuelto en un escándalo provocado por Frank Ervin y Vernon Mark, dos investigadores de Harvard con quienes el científico español colaboró brevemente. En su libro, La violencia y el cerebro, Ervin y Mark sugirieron que la estimulación cerebral podrían acaba con las tendencias violentas de los negros estadounidenses en los disturbios que vivían las ciudades del interior. Para colmo, en 1972, un psiquiatra de apellido Heath, de la Universidad de Tulane, levantó más polémica acerca del implante, cuando declaró que había tratado de cambiar las preferencias un hombre homosexual, estimulando su región septal, mientras mantenía relaciones sexuales con una prostituta.

Pero quizás su más grande detractor, el más feroz oponente de los implantes en el cerebro, fue el Psiquiatra Peter Breggin. En un testimonio presentado en el Congreso en 1972, Breggin agrupó a Delgado, Ervin y Mark Heath junto a los defensores de la lobotomía, y los acusó a todos de "tratar de crear una sociedad en la que todo aquel que se desvíe 'sería' mutilado quirúrgicamente". Aparte señaló a Delgado como "El gran apologista del totalitarismo tecnológico".

Se desató tal psicosis y conspiranóia en el país, que hasta gente extraña comenzó a acusar a Delgado de haber implantado en secreto stimoceivers en sus cerebros. Una mujer lo demandó a él y a la Universidad de Yale por $ 1 millón, a pesar de que Delgado nunca la había visto en su vida.
En medio de este alboroto, Villar Palasi, el Ministro de Salud español, pidió ayuda a Delgado para organizar una nueva Escuela de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid, y él, por supuesto aceptó regresar a su país en 1974. El científico siempre declaró que no huyó de las disputas que rodearon su investigación, simplemente que el ofrecimiento del Ministro fue demasiado bueno para rechazarlo.




Pero la controversia no había terminado. A mediados de los 1980, un artículo en la revista Omni y varios documentales de la BBC y la CNN, citaron su trabajo como evidencia circunstancial de que los EE.UU. y la Unión Soviética podrían haber desarrollado en secreto, métodos para modificar de forma remota los pensamientos de las personas. José Delgado, rechazó esas afirmaciones de control mental calificándolas de "ciencia ficción", argumentando que el poder y la precisión de los pulsos electromagnéticos disminuyen con la distancia.

Sin la atención merecida, el trabajo de Delgado quedó en el olvido, aunque él siguió publicando sus artículos, especialmente en revistas españolas. En cambio en los EE.UU. seguían los estudios sobre la estimulación cerebral, pero envueltos en controversias éticas, sin subvenciones, y los investigadores migraron hacia otros campos, en particular hacia la psicofarmacología, la cual parecía más segura y efectiva para tratar los desordenes cerebrales.

Dr. José Delgado en la actualidad, mostrando su stimoceiver

La investigación de implantes cerebrales ha vuelto con fuerza en la última década, más que nada impulsada por los avances en la computación, los microchips, las tecnologías de escaneo cerebral y también porque se evidenciaron los límites de la medicina en el tratamiento de enfermedades mentales.
Ahora los investigadores modernos no citan a Delgado ni se basan en sus estudios, y no porque hayan sido controversiales, sino simplemente por ignorancia, porque la mayoría de bases de datos modernas no incluyen las publicaciones del científico español en su época de apogeo, entre 1950 y 1960.

La revista Nature recientemente expresó su preocupación porque oficiales de la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada), una de las principales financistas de la investigación de implantes cerebrales, ha considerado abiertamente la implantación de chips en el cerebro de los soldados, para impulsar sus capacidades cognitivas. Varios grupos sociales, conspiranóicos en general, también han manifestado su preocupación de que con chips cerebrales sería factible que cualquier "organismo de control" pudiera "hackearnos leves susurros para cumplir".
Mientras tanto en la otra orilla, algunos tecno entusiastas como el científico británico Kevin Warwick, sostienen que el riesgo de los chips cerebrales es superado ampliamente por sus potenciales beneficios, los que incluirían "descargar" al instante nuevos lenguajes u otras habilidades, así como controlar ordenadores y otros dispositivos con nuestros pensamientos, la comunicación telepática etc.

Bueno, antes de cerrar el artículo, tenía que decirlo. Bajo mi concepto y según lo que he estudiado de este hombre, porque le he seguido la pista durante unas tres semanas para elaborar este post, puedo concluir que José Rodríguez Delgado, alias Luis Delgado, es uno de los Científicos más grandes del siglo XX, de hecho lo considero un genio español contemporáneo. Pero sigue siendo triste que aún en su misma patria, no se lo ha aprovechado y tampoco se le ha dado el valor que se merece.

Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

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5 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Prueba de que no se le ha dado el valor que merece es que hasta hoy no sabía ni de su existencia.
A partir de ahora y gracias a ti ya sé quien es.

Saludos.

andresalejo dijo...

Genial!...Toda la vida me había preguntado si nosotros los seres humanos algún día podríamos tener la capacidad de manejar nuestro cerebro hasta el punto de crear o hacer cosas como la telepatía, y sobre todo lo que mas me intereso, es esto de la capacidad de "DESCARGAR", información a nuestro cerebro, esto seria increíble se podría erradicar totalmente el analfabetismo, y desarollariamos las capacidades del ser humano, a tal punto que con el brillante aporte de todos los seres humanos, podríamos crear una sociedad utópica...Gracias por el gran aporte!

GABU dijo...

Pues al terminar de leer tu interesantísimo post concluyo que al final nadieS es profeta ni en su propia tierra!!!!

Realmente un genio desaprovechado!!

BESITOS AMIGO =)

Efren (a.k.a. Ludovico) dijo...

wow!!! el man era una tipo de avanzada

Manuel dijo...

Hola Carlos:

He regresado de vacaciones y me encuentro esta historia que conocía, sobretodo el experimento del toro.

Justamente la revista Science del mes de junio (la edición en inglés) tiene un artículo sobre Delgado.

Ellos indican que la experiencia de Delgado si pudiese ser mportante para los nuevos horizontes de la neurofisiología.

Tengo un compañero de estudios que es neurofisiologo que esta en Yale actualmente, que justamente esta trabajando en implantes de microchips.

Saludos

 
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